Una banda de ladrones realizó una exhaustiva tarea de inteligencia para sustraer bicicletas de mountain bike de un country de San Pablo. Ayer a la tarde ya se habían recuperado al menos dos de los más de 10 rodados sustraídos durante la madrugada de ayer.
El grupo de WhatsApp de los habitantes del barrio San Pablo estuvo al rojo vivo desde muy temprano. A través de mensajes confirmaban que habían sufrido el robo de sus bicicletas, cuyo valor, según estimaron fuentes policiales, van desde $250.000 a $1,5 millón. Con el correr de las horas fueron surgiendo detalles de lo que había sucedido.
Los delincuentes ingresaron al country cortando un sector de la tela metálica. Fue por el mismo lugar que en 2018 ingresó un grupo y asaltó a una familia. “Ese día entraron a nuestra casa cinco hombres. Nos ataron, nos tuvieron así cinco horas y se llevaron todo. Hasta el auto. Por esa experiencia, pese a que vivimos en un barrio privado, incrementamos la seguridad de nuestra casa. Por eso creemos que esta vez no se llevaron nada”, explicó la víctima, que pidió que se mantuviera su identidad en reserva.
Los dichos de la mujer y otras situaciones extrañas llevaron a los vecinos y a los investigadores a sospechar que este no fue un robo fortuito. Por ejemplo, informaron que la portería el domingo no habría contado con energía eléctrica, por lo que estaba con problemas de comunicación y tampoco podían observar las imágenes de las cámaras de seguridad. No menos llamativo fue el dato de que la casa de la víctima del robo de 2018 haya sido la única vivienda del sector que no fue “visitada”. “También tenemos bicicletas que fácilmente podrían haberse llevado”, agregó.
Personal de la Brigada de Investigaciones de Yerba Buena se presentó en el lugar y no sólo recabó esa información, sino que descubrió que al frente de una vivienda donde sustrajeron dos rodados había una garita. Por la lluvia, en varias de las casas quedaron marcadas las pisadas de los ladrones. Según los pesquisas, habrían participado entre cuatro y seis jóvenes, por lo que es llamativo que los vigilantes no los hayan descubierto cuando trataban de conseguir el botín y cuando huyeron con las bicis.
“Los dueños de la casa nunca acusaron a los guardias porque saben que trabajan muy bien y tienen una muy buena relación con ellos. Es la primera vez que sucede algo así. No es un tema de guardias, sino interno”, explicó Rodolfo Daruich, vocero de la empresa que se encarga de custodiar el country.
Hasta el cierre de esta edición no se había podido establecer cuántas eran las bicicletas robadas. En el grupo de WahstApp los vecinos contabilizaron 15, fuentes judiciales estimaron que habían sido una docena, pero en la policía se denunció que sólo se habían llevado cinco. Un oficial quedó de consigna en el country para tomar las exposiciones.
“No puedo informar el número porque podría entorpecer la investigación”, agregó Daruich.
Los pesquisas encontraron una pista que los llevó hasta la zona de Ovanta. Dos rodados estaban ocultos detrás de un depósito.
Con el correr de las horas, los investigadores recogieron la versión de en el último mes se habrían producido hechos similares en los countries de Las Yungas y en el del Jockey. Hasta el cierre de esta edición no se había confirmado si las víctimas realizaron denuncia policial.
En principio, según confiaron fuentes judiciales, se podría tratar de una organización que se dedica a robar esas bicicletas y que tendría distintos mecanismos para conseguir dinero. El primero y más efectivo es cobrar un rescate para devolverlas. De acuerdo al testimonio de varios bikers, prefieren entregar entre $10.000 y $20.000 para recuperar un rodado cuyo valor puede llegar a $1,5 millón. “No hacen la denuncia por dos razones: porque no creen en la Policía ni en la Justicia. La segunda, porque no tienen la documentación necesaria para probar que son sus propietarios”, agregó el biker Jorge.
El segundo mecanismo es comercializarla en el mercado negro de otras provincias. “Lo hacen así porque en el ambiente se conoce qué bicicleta usa la mayoría. Lo lamentable es que exista alguien que quiera comprar un artículo que quizás esté manchado con sangre”, concluyó Jorge.